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domingo, 25 de marzo de 2012

Por los Rivers de Babylon (y III)

(Tercera y última parte de la enrevista a David von Rivers sobre su libro 'Navia caótica')

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-    Esto (lo de la actitud y el ruido) sirve como excusa para meter a calzador otra reflexión impertinente, eso de que la música industrial sigue siendo en cierto modo punk, ya que, para bien o para mal, nunca veremos a Dissecting Table o Merzbow en las listas de éxitos, lo que garantiza que sólo unos pobres infelices rebosantes de alegría (entre ellos, tú y yo) les reivindiquen. ¿Estás de acuerdo?

- Totalmente. De hecho, hablo de ello en el libro, en el capítulo dedicado a El Sindicato de la Defensa. La música industrial se atrevió a llegar mucho más lejos que el punk. Era una forma nueva de tratar la violencia estructural de las sociedades en que vivimos, el aburrimiento, las junglas de hormigón, el rock como cliché anestesiante… Y el noise o industrial, o como quieras llamarlo, lo hace de una forma muy seria, pero a la vez demanda mucho sentido del humor por parte del oyente… ¿Cómo tomarse si no las barbaridades de Whitehouse, Esplendor Geométrico, o sin ir más lejos Defensa? Es un arte-sonido que produce una reacción no sólo física, si no moral. 

Formalmente, el noise es más libre que el hardcore o el punk, porque no es rock’n’roll, no es voz-guitarra-bajo-batería… Cierto que existen etiquetas, como “power electronics”, “industrial death” o “dark ambient”, pero al final todo es un intento de poner orden al caos. El ruido es algo que nos resulta muy inquietante, pero a la vez muy atractivo. Por eso tendemos a ordenarlo, para que no nos provoque tanta incertidumbre y ansiedad… Date cuenta que ya desde nuestros propios procesos perceptivos más básicos, buscamos siempre el cierre, la forma, el ritmo.

En la música noise-industrial tampoco existe el concepto de “canción”, en el que se basa buena parte de la música rock, pop o folk. Me gusta el industrial por eso: va más allá de las convenciones del rock, mucho más allá que el punk, que adoptó la forma del rock para expresarse.  Otra de las cosas que me atrae es la creación de objetos de forma DIY y artesanal, ver como cada LP, cinta o CD se convierte en un objeto único, más allá de los estándares de los formatos comerciales, todos con las mismas medidas, proporciones y texturas. Evidentemente, no es una música que escuchar en cualquier momento, no es fácil, y a veces no es ni siquiera agradable, pero si aprendes a disfrutarla en el momento y cantidad justa, te puede aportar muchísimo.

Por todo esto es decepcionante comprobar que hay personas que se cierran a esta experiencia. Es decepcionante ver que incluso fans de géneros muy ruidosos (pero musicales) como el death metal, el black metal o el grindcore, desprecian el noise. Eso es un síntoma de acomodamiento en el rock'n'roll (aunque sea un rock’n’roll muy extremo), y demuestra que esa búsqueda de lo extremo es una impostura: en realidad se trata de una exploración guiada sobre un terreno conocido y seguro. Por ejemplo, compara a los primeros Napalm Death con los actuales. Los primeros eran innovadores, revolucionarios. Los actuales son músicos honrados, pero se limitan a repetir una fórmula.

Yo no señalaría la supuesta rudeza e inaccesibilidad del noise como el principal motivo de que no veamos a Merzbow o Bastard Noise en las listas de éxitos. No, mira a gente como Sonic Youth, Mike Patton o Jim O'Rourke, ellos sí han aparecido en listas, con algunos de sus trabajos más accesibles, pero también tienen esa otra faceta oscura y ruidista, sólo apta para los fans más osados. Lo que ocurre es que las listas de éxitos están blindadas contra todo un abanico de propuestas musicales, algunas de ellas nada extremas. ¿Crees que podrías ver, hoy en día, a King Crimson en los 40 Principales? Las listas no están ahí para valorar la calidad musical, ni lo accesible de una propuesta musical, ni el interés que pueda tener un artista. Su motivo de existir es otro: son anuncios, infocomerciales.

¡De tanto fumar, estos punkis se han vuelto jipis!, parece pensar Masami 'Mzbw' Akita


De todas formas, no me interesa el noise por su supuesta inaccesibilidad. No quiero hacer de ello un club exclusivo, en el que sentirme especial y seguro, oteando con desprecio a los aficionados a otros tipos de música más comercial. Siempre me ha gustado compartir la música que amo con quienes saben apreciarla. Afortunadamente, muchos de mis amigos son receptivos a la ruidera, y a otro buen montón de músicas.

-    No es de recibo hacer este tipo de preguntas a una persona digna y respetable, pero a estas alturas ya me permito (casi) todo. Así que ¿tienes algún  grupo favorito de los que salen en el libro?

Es una pregunta que temía, pero lo cierto es que no tengo una respuesta clara. Evidentemente, hay grupos de esta zona (pasados y presentes) que me gustan mucho… No quisiera dar una lista de nombres por temor a olvidar a alguien. Pero te diría que considero al conjunto de músicos que formaron Los Incorregibles Hijos del Zar/Disgusting/Defensa como los músicos más valientes, osados y creativos que ha dado esta zona. Sin ellos, y sin toda la música que crearon conjunta e individualmente, esta historia no hubiese sido, ni mucho menos, la misma.

-      Decías el otro día en otra entrevista que no vas a escribir más libros en cuatro o cinco años. Pero hombre, David, ¿a quién quieres engañar? ¡A estas alturas!

- A mí mismo, por lo que veo... Tras un esfuerzo importante como el que ha significado “Navia Caótica”, pensé que un tiempo de relax no me vendría mal… Pero al final, siempre surge alguna otra inquietud, alguna cosa a la que quieres poner orden… Es lo único que hace falta para escribir. Encontrar un motivo. Lo demás es sólo cuestión de ponerse a trabajar, buscar tiempo y dedicar mucha energía mental al proyecto. Ahora mismo tengo un par de proyectos, pero están en su primer momento, y son muy vulnerables al desánimo y aburrimiento, así que no voy a comentar más, jaja.

-     Por ello, concluyo con una pregunta de manual: ¿A dónde piensas llegar con ‘Navia caótica’?

Realmente ya he llegado a donde quería llegar, en el mismo momento en que Béznar me lo puso entre las manos. Creo que aún no he asimilado que el libro exista, después de habitar tanto tiempo en mi cabeza. Ahora lo dejo en manos de quien lo quiera leer, lo entrego al mundo. El tiempo dirá. Actualmente, lo único que me interesa es que se agote la edición, para así compensar la confianza que Béznar, el editor, ha puesto en este proyecto.  Y lo cierto es que el libro se está vendiendo muy bien, así que me doy por satisfecho.
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(Esto es el final... de la entrevista. Pero como es de prever, esta película ultrarrealista de Mr. Rivers, que bien podría titularese 'Pesadilla (gloriosa) en El Espigón street' está ya cocinando su secuela... Seguirmemos engañando-informando-confundiendo desde esta sintonía ruidosa)